Partido falto de fútbol control que mostró a las claras lo irregular y atípico de la situación de ambos clubes: los locales por lo turbulento de las relaciones que mantienen el Director Deportivo del Valencia Amadeo Carboni y el técnico madrileño de la primera plantilla, Quique Sánchez Flores; y los visitantes por la situación que ocupan en la tabla, 4º por la cola con 8 puntos en 10 partidos.
El partido ya comenzó extraño cuando saltaba el Athletic con un casto pantalón blanco, que más que diferenciar confundía los uniformes de unos y otros, los confundía aún más. Pero con los árbitros nunca se sabe y en Mestalla hemos sufrido un nuevo ejemplo de su desfachetez, aunque peores los ha habido.

Y la verdad es que poco más hay que resaltar de la primera parte; no así de la segunda, en la que, pese a que el fútbol-control fue cediendo terreno en favor de un fútbol más arcaico y rudimentario, se buscaba con cada vez más insistencia las referencias arriba de unos y otros. El partido fue cobrando interés conforme pasaban los minutos, en cierta medida por los cambios introducidos por el propio Félix Sarriugarte: entraron Joseba por Aduriz y Llorente por Expósito. Este segundo era claramente ofensivo, y es que el peligro a balón parado se acentuaba para los valencianistas por partida doble.
Con un Yeste entregado, que para mí y pese a la mala situación deportiva del equipo, está firmando una de sus mejores temporadas como león; el Athletic alcanzó el minuto 89 con un tanto de desventaja, momento en el que un balón largo de Orbaiz era peinado por Isma en la frontal y caía a los pies de Joseba, que con su tradicional recorte dejaba sentado al bueno de Cerra y ponía una bola impecable para que fuera Fernando Llorente el que la rematara al fondo de las mallas.

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